Y es que según indica Antonio Barrios Merino, especialista en endocrinología y nutrición de Quirónsalud Huelva, el confinamiento ha supuesto incremento de peso de 3,5 kilos de media, que unidos a las vacaciones que han supuesto otros dos, un adulto medio puede encontrarse en la vuelta al trabajo con 5,5 kilos de más. «Regresamos a casa, nos subimos a la báscula y nos entra el pánico, queremos perder esos kilos de forma inmediata por lo que normalmente se recurre a dietas milagro que prometen esa pérdida en una semana sin tener en cuenta las consecuencias para nuestra salud y el efecto rebote que suelen producir la mayoría de ellas», apostilla el doctor.

Durante la pandemia, «el comer por aburrimiento», la proliferación de la afición a la cocina, —sobre todo a la repostería—, el sedentarismo en muchos casos o la práctica de ejercicio anaeróbico (aumenta el volumen muscular y por tanto el peso) nos ha hecho llegar a las vacaciones con más peso a lo que se ha unido el desorden horario del verano, las tapitas, la cerveza… que suman más kilos a la báscula.

En opinión del doctor Barrios, sólo con la vuelta a la rutina y la normalización de los horarios, perdemos peso naturalmente, «comiendo sano, un poco de todo y con moderación». El propio desgaste calórico de la vida normal o laboral regulará nuestro peso.